El 3 día fue uno de los más divertidos porque lo disfrutamos al máximo compartiendo y aprendiendo mucho con nuestros compañeros.
Aprendimos muchísimo sobre la vida de una de las mayores figuras Argentina en cuanto a lo político.
En las afueras de Concepción del Uruguay, en la provincia de Entre Ríos, a 23 kilómetros, se alza el Palacio San José, el hogar del primer presidente constitucional argentino, el polémico Justo José de Urquiza, quien derrotó a Rosas en la batalla de Caseros en 1852. Ya dueño del poder, el vencedor del Restaurador de las Leyes, ordenó la construcción de una imponente edificación impregnada de buen gusto, lujo y ostentación.
El Palacio fue construido entre 1848 a 1865, junto a un templete y un lago artificial.
La noche del 11 de abril de 1870, penetraron a caballo en el Palacio quienes asesinarían a Urquiza, al grito de "¡Muera Urquiza; viva López Jordán!". En la sala del crimen, el lugar que fuera dormitorio de Urquiza, se conserva en un postigo la huella ensangrentada de la mano del líder ultimado. Este lugar fue transformado después en oratorio por la esposa de Urquiza.
El Palacio San José posee treinta y ocho habitaciones más las dependencias: escritorios, dormitorios, archivo, biblioteca, sala de juegos. Y un vasto comedor con una gran mesa de caoba; allí, diariamente, almorzaban unas 25 personas. Y también se destaca una pulpería. Un palomar que podía albergar 650 palomas. Pueden hallarse asimismo salas de cocina, salas de baño y recepción, capilla, cocheras, capilla, dos torres de vigilancia. En esas diversas salas predominan mármoles, espejos de lunas francesas, techos laminados en oro, reliquias de tres santos lajas italianas. Y muebles de caoba, roble y caoba, algarrobo y porcelanas chinas.
Tuve ocasión de visitar este importante sitio en la historia argentina. El Palacio se encuentra tan bien conservado que no es necesario un gran esfuerzo para sentir una rápida y convincente regresión al siglo XIX. Aquí, la época de Urquiza no es evocación brumosa o la información transmitida por las líneas de un libro. Es un continuo presente. Que habla de la arquitectura como signo del poder. Y también, en una de sus salas, aún grita el peligro de la muerte violenta que acompaña al poderoso, a aquel que, acaso, ejerció y disfrutó en exceso de los beneficios de la autoridad.
martes, 28 de octubre de 2008
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